Tiempo, tu que pasas con un son burlón desgastando cada piropo que te lanzan al avanzar.
Desgarrando los parpados hasta vestirlos de luto y poniendo la memoria cada vez más atrofiada.
Dejando que las arrugas y las experiencias hablen por nosotros.
Que las vivencias se acumulen hasta completar el cortometraje de nuestra vida.
Transformando nuestros cuerpos en acilos del momento, mientras guardamos silencio y pensamos en el pasado tanto, que se apoderan de estos envejecidos ojos la nostalgia y los convierta en nubes negras que no esperan para explotar.
Tantos recuadros guarda esta erosionada memoria que con el pasar de los años se moldeó a un paisaje lúgubre que no le caben más lugares y de tanto expandirse a su aventurero le parece nuevo un rincón dejado muchas veces atrás.
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