Te leí en voz alta, dejando que volaras pintando mi cielo de vivos colores, dejando que las estrellas fueran nuestros instantes, que los suspiros fueran sus nubes y que lo caliente de nuestros besos fueran el combustible que alimenta a este sol efímero,
hecho de inseguridades que reflejan el horizonte de nuestras miradas al juntarse. Paradojas en nuestro tiempo creado por nuestras ausencias y ensordecedores silencios que habitan esté nunca jamás donde nos imaginamos.
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